viernes, 22 de febrero de 2008

Fabián Hurtado, parte 2


Fabián Hurtado es un hombre de veintitrés años. Vive en una celda de la cárcel la Picota en la ciudad de Bogotá al sur de la ciudad. Desde muy joven vivió solo ya que sus padres se separaron y cada quien cogió su rumbo dejándolo absolutamente sólo, ya que él no se hablaba con su hermano mayor. Desde entonces se volvió un tipo muy malicioso. A los 16 años, y con la vida sin rumbo ni motivación, empezó a fumar marihuana y consumir cocaína ocasionándole a los diecisiete un preinfarto, ese día sí que se llevó un buen susto Fabi.
Gracias al vicio de consumir drogas poco a poco fue cogiendo el hábito de robar, para patrocinarse la compra de la marihuana, hasta que en una de esas lo agarró la policía local y la "bromita" le costó siete meses en la penitenciaría de menores de la ciudad. Cuando salió de prisión, como no tenía un hogar o una familia a quien acudir ya que en donde vivía poco se interesaban por lo que le pudiera suceder, comenzó a montarse en los buses a rogar por una moneda de cien pesos para comerse un pan, inició la búsqueda de su "familia", sus "amigos", la búsqueda de "su vida", en el único lugar en donde todo el mundo es sincero y de una sola cara, en la calle. Era la única salida
que le quedaba para vivir... o sobrevivir...
...Pobre Fabián...


Tras salir de la cárcel, Fabián caminó y caminó, y siguió caminando mucho, hasta que, gracias a un Dios que existe, se encontró con un conocido del "trabajo", su nombre era Oscar.
Lo conoció algún tiempo atrás en una calle muy habitada por los "viajeros" de la ciudad, la calle del cielo, en donde mantienen uno que otro por allí.

Le comentó por lo que estaba pasando, y lo que había pasado, y le pidió que lo ayudara a encontrar un lugar donde dormir, le pidió que lo agregara en su lista de miembros de la familia y que no lo dejara sólo, a lo que Oscar muy atentamente accedió sin ningún "pereque".

Con el paso de los días, Fabi se estaba adaptando al ritmo callejero, y con la ayuda de sus amigos cada vez estaba consumiendo más y más drogas. La vida en la calle, para Fabián, se había convertido en una delicia... vivir entre amigos, sin preocupaciones, sin restricciones, simplemente seguir viviendo... (y en verdad, con todos los problemas que existen hasta lo envidio).
Todos los días era un día nuevo para Fabi, nunca era el mismo, no había rutina, no existía un cronograma a seguir, solamente el de sobrevivir el afán de cada día y de cada noche. Las personas eran sencillas, pues no tenían nada que esconder, eran leales porque la única familia que tenían eran las personas que había a su alrededor, era como un pequeño paraíso, un paraíso callejero en el cual todo era como vivir viajando. Si, vivir en todo el mundo, un día aquí, otro allá y mañana.. pues nunca se sabe, todo es una sorpresa, una bonita sorpresa.
Así pasó los siguientes dos años de su vida, viviendo en la calle, y... tengo que decirlo, robando de vez en cuando pero siempre con su "Vitamina D".


A los 20 años, Oscar le propuso que se mudaran a Bogotá porque varias personas iban a viajar para allá y le habían dicho que había más posibilidad de vivir, y como era tan grande la ciudad nunca cogían a los ladrones, él aceptó sin reproche alguno, pues para él todo era un “viaje”. Una vez estando allá comenzaron la búsqueda del sitio en donde se habrían de acomodar, en donde habrían de vivir y a los dos días de haber llegado comenzaron a trabajar, unos recogiendo y vendiendo reciclaje y otros, como Fabián, robando de vez en cuando en las calles menos transitadas por los tombos. Así continuó durante un mes y medio,

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